Individual Galería de Arte Orfila. Pedro Fco. García Gutiérrez

CRÍTICA DE ARTE, no. 117 Febrero 1997

Pedro Fco. García Gutiérrez

Madrid, 1997

Una larga trayectoria trae a cuestas Carmen Belenguer, pintora nacida en la bella isla balear de Ibiza. Desde ese lugar ha sabido crearse una estética propia, en donde la abstracción es lo fundamental. Pero teniendo como base el empleo del color. Al analizar la producción de esta pintora vemos como los modelos naturales, el colorido de la agreste vegetación de su isla natal, están presentes en su trabajo. Su estilo es una combinación de tonos variadísimos, en donde es difícil llegar a saber cual es el que predomina. Su pintura es claramente vitalista. Cada una de sus composiciones contempladas en la Sala Orfila, producen sensaciones diferentes. Por un lado una inmensa alegría, un sentido lúdico, en donde tonos azules, amarillentos o rojizos predominan, consiguiendo que un reguero de sangre llene los cuadros. Mientras que en otros momentos una profunda tristeza, una melancolía, hasta una cierta amargura impregna sus cuadros. En estos momentos vemos como el negro, casi como un nubarrón, centra las composiciones, haciéndolas distintas a las vistas con anterioridad. La pintura, como toda actividad que sale del interior, de la mente y de los sentimientos de los seres humanos, está sometida a estos vaivenes, en donde es difícil dejarlos a un lado. Carmen Belenguer no los deja fuera. Más bien las luces y sombras que todos tenemos se encuentran impresas en esas manchas de color. Este se desenvuelve con soltura, dando la impresión de movimiento. Pero con una contemplación de los cuadros más tranquila, podemos apreciar que hay un estudio, una preocupación porque cada color ocupa un determinado espacio, que antes ha ocupado en la mente directora de la pintora. Carmen Belenguer se ha creado un estilo definido, en el cual ha seguido investigando, procurando evolucionar, aunque siempre en estos trabajos hay pasos atrás, para, de esta forma, dar el salto y poder avanzar hacia adelante. La pintora ibicenca ha sabido reflejar la fuerza telúrica de la tierra, con la armónica belleza del color, todo ello de una manera grata, en donde lo que más interesa es combinar cromatismos, para producir sensaciones, eje fundamental en el que se mueve la pintura abstracta