Y a la luz de la luna dejarás tus sueños volar. Y la noche será tu cómplice, callada… Y te alzarás y en las alturas gritarás… una palabra… Nadie la recogerá, porque para ello hay que dejar las ataduras que a la tierra nos ligan, sin miedos, sin reproches, sin nada, libres como el viento. Y es tan difícil, después de todo el bagaje que llevamos, después de toda una vida aprendiendo a no soltar las ataduras y, al mismo tiempo, a ponerlas. Porque no quieres erigirte en dueño de nadie. Quieres compartir un sueño, unas palabras, el vivir… Tampoco puedes pertenecer a nadie, porque de nadie eres. EI viento peinará tus cabellos y jugará con tus ropas, que serán de nubes blancas, nubes amigas. Y una estrella será tu casa. ¡Hay tantas estrellas, tantas posibilidades de morada!
Madrid, 3 al 16 de marzo de 1989